viernes, 3 de julio de 2009
Como frutos deformes de la tierra húmeda
las vísceras de los pequeños se vuelven paisaje.
Flores los ojos abiertos
y arrancados.
Hojas las lenguas estiradas.
La muerte desnuda de ideales a los cuerpos.
Lo que no debe ser visto
es ahora bañado por un sol leve y verdoso.
Ligamentos y músculos se enredan
a los troncos de los árboles
y la grasa encharca los huecos
entre las malezas venenosas.
Tanto que se desvela en la naturaleza
profunda y horrible de toda belleza.
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